Los Bush llevan un siglo hablando duro en la política estadounidense.
En los últimos treinta años, dos hombres con ese apellido llegaron a la Casa Blanca.
Pero el heredero aparente de la dinastía, Jeb Bush, acaba de sufrir tal
vez la derrota electoral más humillante que haya afrontado la familia
más poderosa del conservatismo estadounidense.
Luego de obtener un desolador cuarto puesto en la elección primaria republicana de Carolina del Sur, Jeb abandono el sábado en la noche sus esfuerzos por obtener la nominación de su partido a la candidatura presidencial.
Los Bush son lo que en un país latinoamericano se llamaría “gente
bien”. Familia de abolengo, modales distinguidos. Una educacion de
elite.
Y la actitud sosegada y medio despreocupada de quienes han estado
acostumbrados a honores y responsabilidades que les llegan casi por
derecho propio.
Por lo que no puede ser más notorio el contraste con los tres competidores que lo enviaron al destierro electoral.