Rastrería
La sucia, burda, ilegal y rastrera respuesta de la Dirección de Migración a la tierna historia publicada ayer por El Nacional sobre dos jóvenes haitianos que disfrutan de su segunda luna de miel, ha sido la de apresar e intentar deportar a extranjeros que venden tarjetas telefónicas en la vía pública, en una acción sorpresiva, improvisada, cruel y cobarde.
Desde siempre y a las narices de las autoridades, decenas de haitianos realizan actividades de comercio en calles y avenidas de Santo Domingo y otras ciudades de la República, pero esa gente reacciona ante un problema anejo el mismo día que este periódico publicó el reportaje del joven haitiano que trajo a su esposa desde Haití para reunificar aquí a su familia.
Ambos tienen permiso de residencia que vencen en diciembre y migración amenazó quitarles la residencia por “ofensas al pudor” pasando por alto la existencia de “la bolita del mundo”.
Esas intempestivas redadas se tipifican como acciones perversas que procuran esconder crasa negligencia de un departamento gubernamental que hace tiempo debieron cerrarlo por inoperante, y que hoy vomita xenofobia retardada. Puro racismo.
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