La crisis económica y el Internet han venido a acrecentar los males estructurales del sector. El lector que compra el diario subvenciona al que lo lee gratis en internet.
El siniestro es descomunal. Decenas de diarios están en quiebra. En Estados Unidos ya han cerrado no menos de ciento veinte. Y el tsunami golpea ahora a Europa. Los lectores de los diarios de papel cada vez son menos y crece el número de lectores de diarios en Internet
Ni siquiera se salvan los otrora “rotativos de referencia”:
El País en España,
Le Monde en Francia,
The Times y The Independent en el Reino Unido,
Corriere della Sera y La Repubblica en Italia….
Como recoge Ignacio Ramonet en un largo y detallado artículo, que publica Le Monde Diplomatique en su edición de octubre, todos ellos acumulan fuertes pérdidas económicas, derrumbe de la difusión y hundimiento de la publicidad.
El prestigioso New York Times tuvo que solicitar la ayuda del millonario mexicano Carlos Slim; la empresa editora de The Chicago Tribune y Los Angeles Times, así como la Hearst Corporation, dueña del San Francisco Chronicle, han caído en bancarrota; News Corp, el poderoso grupo multimedia de Rupert Murdoch que publica Wall Street Journal, ha presentado pérdidas anuales de 2.500 millones de euros…
Para recortar gastos, muchas publicaciones están reduciendo su número de páginas; el Washington Post cerró su prestigioso suplemento literario Bookworld; el Christian Science Monitor decidió suprimir su edición de papel y existir sólo en Internet; el Financial Times propone semanas de tres días a sus redactores y ha cercenado drásticamente su plantilla.
Los despidos son masivos. Desde enero de 2008 se han suprimido 21.000 empleos en los periódicos estadounidenses.
En España, “entre junio de 2008 y abril de 2009, 2.221 periodistas han perdido su puesto de trabajo”.
La prensa escrita diaria de pago se halla al borde del precipicio y busca desesperadamente fórmulas para sobrevivir.
UN MEDIO OBSOLETO QUE TIENDE A DESAPARECER
Algunos analistas estiman obsoleto ese modo de información.
Michael Wolf, de Newser, vaticina que 80 por ciento de los rotativos norteamericanos desaparecerán.
Más pesimista, Rupert Murdoch pronostica que, en el próximo decenio, todos los diarios dejarán de existir…
¿Qué es lo que agrava tan letalmente la vieja delicuescencia de la prensa escrita cotidiana?
Un factor coyuntural: la crisis económica global que provoca una mengua de la publicidad y una restricción del crédito.
Y que, en el momento más inoportuno, ha venido a acrecentar los males estructurales del sector: mercantilización de la información, adicción a la publicidad, pérdida de credibilidad, bajón de suscriptores, competencia de la prensa gratuita, envejecimiento de los lectores…
En América Latina se añaden a esto las necesarias reformas democráticas emprendidas por algunos Gobiernos (Argentina, Ecuador, Bolivia, Venezuela) contra los “latifundios mediáticos” de grupos privados en situación de monopolio.
Lo cual desencadena, contra esos Gobiernos y sus Presidentes, una sarta de calumnias difundidas por los despechados medios de comunicación dominantes y sus cómplices habituales (en España: el diario El País, que de paso carga contra el Presidente Zapatero).
La prensa diaria sigue practicando un modelo económico e industrial que no funciona. El recurso de construir grandes grupos multimedia internacionales, como se hizo en los años 1980 y 1990, ya no sirve frente a la proliferación de los nuevos modos de difusión de la información y del ocio, vía Internet o los teléfonos móviles.
Paradójicamente, nunca han tenido los diarios tanta audiencia como hoy. Con Internet, el número de lectores ha crecido de manera exponencial.