Por: José R. Martínez Burgos.
Como muy bien lo define el Diccionario de la Lengua Española, especular es comerciar, traficar, procurar provecho o ganancia fuera del tráfico mercantil.
El pastel del negocio de las tierras, solares, parcelas y fincas ganaderas o agrícolas en la Republica Dominicana está repartido entre un reducido grupo de familias y empresas especializadas, que comparten las utilidades, cuyos mayores y significativos ingresos corresponde a los grupos familiares dueños de las pequeñas y grandes extensiones de terrenos del país, ya que Inmobiliarias y corredores de bienes raíces, perciben un modesto porcentaje que alcanza apenas de un cinco a un siete por ciento sobre las ventas.
Los beneficios que proporciona la venta de solares y fincas, para los duelos de las propiedades, es astronómico, basta con señalar que al dictarse el decreto, que para fines impositivos dictó el poder ejecutivo que fija el precio de los solares en la ciudad de Santo Domingo, hace algunos años, inmediatamente en cada una de las zonas establecidas los dueños que vendían a ese precio o al inferior, multiplicaron por 400 hasta por 500 el precio de venta que tenían asignadas a sus propiedades, a la fecha del indicado decreto, es decir una rentabilidad o plusvalía muy superior a lo que se obtiene en otros tipos de negocios y todavía siguen subiendo los precios por metro cuadrado de los solares. Y seguirán aumentando aun mas, si se aprueba tal como algunos decían, un proyecto de resolución que reglamenta la construcción de torres en nuestra ciudad (Pues la subdivisión de solares pequeños es costumbre de nuestros urbanistas) estos solares serán los que subirán mas de precios en vista de que quien desee hacer una vivienda unifamiliar tendrá poco para escoger (me refiero a solares a 500 a 800 metros cuadrados que son mas escasos), porque los solares de 1,000 a 2,000 metros, no podrán ser elevados a los costos actuales y con las nuevas reglamentaciones para la construcción de torres, muy pocos serán útiles, porque además el precio actual no hace rentable le negocio de la construcción de apartamentos, primero por el precio de la tierra, segundo por las nuevas limitaciones de linderos laterales y posterior y el jardín requerido así como por el número de estacionamientos de vehículos requeridos, y porque los anchos comunes de solares en la ciudad capital hace que solo se pueda construir un apartamento por nivel, y el precio de la tierra tendría que ser distribuido entre nueve o doce adquirientes, lo cual acentuaría aun mas el precio de venta de los apartamentos, motivo por el cual se reduciría considerablemente el numero de adquirientes, cuyos recursos, disponibilidades y capacidad para recibir financiamiento hipotecario, mermaría de forma alarmante.
Es decir que la sobrevaloración de los solares o se estanca o los dueños de los mismos detienen su especulación o se paraliza totalmente la construcción privada de edificios para viviendas y oficinas, y por tanto la venta de solares.
Si los repaces especuladores no desisten de sus propósitos, dejara de existir la demanda por parte de promotores para la compra de solares para construir nuevas unidades habitacionales y entonces el sector privado de los promotores de viviendas se vera en la necesidad de reducir p paralizar sus actividades.
¿Cuál es el motivo de la especulación del suelo? La respuesta es sencilla, la masiva emigración hacia las ciudades ha producido un aumento de demanda de terrenos y existe muy poco terreno útil con servicios vitales para tanta gente.
El problema de la emigración masiva a las ciudades, no es solo nuestra, es de America, de Asia, de Europa, comenzó en ente último continente a partir de la segunda Guerra Mundial y ya abarca a todo el mundo. Es que los hombres y mujeres se dirigen a las grandes ciudades en busca de mejores posibilidades de vida y hay poco suelo para tanta gente. Y el problema no es de los sectores de menores recursos, abarca a las clases mayormente favorecidas económicamente y a las opulentas.
Creo que el problema de la especulación de los suelos llevará irremediablemente a la disminución paulatina de la contracción de viviendas nuevas e incrementara cada vez más la rehabilitación de viejas casonas y edificios antiguos o de pocos años construidos, y la razón es obvia, la tierra no puede crearse de nuevo, la que existe hoy es la misma de siempre. En este aspecto el Gobierno y el que surja de las urnas en el 2012, principalmente, deberá desarrollar un programa de ayuda para aquellas familias que requieran de este tipo de asistencia, pues de lo contrario surgirán mas tugurios de los existentes y ese tipo de malestar social tiene que evitarse por la buena salud de la nación. Este tipo de protección estatal podría llevarse a efecto al través de exenciones fiscales, prestamos sin intereses, etc., pues de lo contrario solo las familias pudientes, que poseen los mejores alojamientos, mejorarían sus viviendas.
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