Con su decisión unilateral de rescatar a Leonel Fernández cuando su propio partido lo derrota y lo deja ir sin llantos porque no puede controlar su insaciable delirio de poder, aparece la “táctica” repentista de Luis Abinader para salvarlo y darle al Partido Revolucionario Moderno (PRM) para dos cosas: para tratar de garantizarle que sus alcaldes y legisladores ganen, yÖ ¡asómbrense!, para llevar al PRM de segunda a tercera fuerza, y autoexcluirse (Abinader) de una probable segunda vuelta en las presidenciales de 2020. ¡Cuánta ingenuidad en materia de línea política!
Cuando este país está atrapado por el peso determinante de los caudillos en la política y cae el más representativo de ellos en una primaria abierta con padrón universal, se fue abajo una de las tres piedras del fogón del caudillismo, pero aparece Abinader, quien en lugar de pedir una misa de acción de gracias, un culto evangélico y un ayuno musulmán porque comenzó a despedazarse la mayor desgracia del país, sale como un boy scout a rescatarlo para que siga aumentado su ego y arrojando a las nuevas generaciones al ostracismo.
Si Abinader y sus asesores no saben que si Leonel es candidato por el viejo PTD y su coalición conservadora, en un mes se convertirá en el competidor de Gonzalo Castillo, candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y del gobierno, entonces ¡que siga el entierro!
Abinader aportó cientos de miles de votos a Leonel contra Gonzalo -sin ninguna duda- tratando de que el león fuera el candidato del PLD, apostando a que luego Danilo Medina y el gobierno se acogieran al “paso de la jicotea” y que el PRM lo derrotara.
Ahora resulta que Leonel no es el candidato del PLD, pero Abinader confunde la ventana para lanzarse huyéndole al toro que no es, y al caer, lo cachea el toro que es. ¿Entiende Magino? ¡Lo dudo!