Oh, Dios! Robertico...!
¡HOLA MUNDO!.-Con
esa expresión que da título a su más reciente novela Emilia Pereyra
paso a referirme a Robertico Salcedo. Puedo escribir- lo que voy a
explicar aquí- porque nunca me he beneficiado
de las empresas ni de su padre ni de él. Nunca he sido su empleado.
Ni
he recibido ninguno de los favores que se estila otorgarse. Si alguna
vez alguien colocó mi nombre en alguna lista de ambos, yo nunca lo supe
ni recibí nada que pudiera decirse atentara
contra los principios éticos y morales del ejercicio periodístico.
Hago
la necesaria aclaración para que nadie vaya a mal interpretarme por lo
que voy a plantear pese a que he sido critico de él, esto pese a que
también una vez -entrevistando a Marcel -le
formuló una pregunta mencionando mi nombre en forma despectiva. Pues a
pesar de todo eso, pienso que Robertico ha sido un hombre muy envidiado
por unos y muy admirado por otros.
¿Ser hijo de Roberto Salcedo?
He llegado a la
conclusión de que un sector de la sociedad jamás le ha perdonado a este
joven el haber sido hijo del empresario, ex alcalde y otrora comediante
Roberto Salcedo.