Donald Trump tomará en menos de tres semanas las riendas
de un país dividido, pero la estrategia de arranques permanentes que le
funcionó para llegar a la presidencia de Estados Unidos podría chocar
con la dura realidad del poder en la Casa Blanca.
El
millonario populista, cuya sorpresiva victoria desencadenó una onda de
choque en su país y en el mundo, entrará el 20 de enero en la mítica
Oficina Oval con una tasa de impopularidad de 48%.
Su
predecesor, Barack Obama, que advirtió antes de la elección del 8 de
noviembre sobre el peligro que representaría Trump para la democracia,
deja su puesto con una popularidad récord de 55%.
Desbaratando los pronósticos, el empresario, totalmente novato en
política, rompió todos los códigos y le ganó a sus competidores
republicanos para después volver a ganar -aunque haya perdido en
cantidad de electores- frente a la demócrata Hillary Clinton.