Seguramente usted habrá escuchado que el FBI está investigando la
forma en que Hillary Clinton manejó la información secreta en su correo
electrónico privado cuando era secretaria de Estado. Y seguramente sabe
que nadie considera que tenga las mismas habilidades políticas que su
esposo, Bill Clinton, o el magnetismo de su antiguo jefe, Barack Obama.
Lo
que es posible que usted no racionalice, y lo que uniformemente se ha
pasado por alto en los últimos tiempos en medio del escándalo de los
correos electrónicos, la atención a Donald Trump y los comentarios sobre
las grandes concentraciones a favor de su principal rival en las
primarias demócratas, Bernie Sanders, es que la cautelosa candidata, a
quien con frecuencia se describe como una persona fría y alejada, se
relacione muy bien con los electores.
“Me hizo llorar. Yo soy una
persona dura, pero hoy me tocó el corazón”, dijo la empresaria Denise
Andrews después de asistir a una reunión pública en Exeter, New
Hampshire.
La cobertura noticiosa de la presentación de Clinton
en Exeter se centró en su reacción a un Trump “ofensivo e indignante”,
en vez de su interacción con la madre de una niña de 5 años enferma de
cáncer, o el joven ahogado por el peso de los préstamos para estudios
universitarios e incapaz de encontrar empleo. (“Eres un joven de buen
ver. Deberías estar en el mundo desarrollándote”, le dijo Clinton, y
sonaba más como una abuela que una candidata política).
“Ella
tiene mucha compasión, y se nota”, dijo Sarah Harris, maestra de escuela
intermedia y madre de la niña enferma, que está empeñada en derrotar un
cáncer avanzado del hígado. “Es una persona, es una abuela, es la madre
de alguien”.