El ulular de la sirena, el correr y dejarlo todo para esconderse en un refugio. Ya allí, cerrar los ojos y abrazarse uno al otro, escuchar los bombardeos, las explosiones y los gritos de los cientos de personas afectadas y tener que ver a decenas de muertos era el panorama que día a día vivía la pequeña Ivana Gavrilovic y su familia en Serbia.
Corría el inicio de la década de los 90, y en Europa se escenificaban “las guerras yugoslavas”, una serie de conflictos en el territorio de la antigua Yugoslavia que se sucedieron entre 1991 y 2001 y que afectaron a las seis ex repúblicas yugoslavas, principalmente entre los serbios por un lado y los croatas, bosnios y albaneses por otro.
Esa vida, más lo que atravesó después, cuando llegó como refugiada a República Dominicana es lo que mueve a la hoy comunicadora y sicóloga clínica a no detenerse y saber que cada oportunidad para trabajar es una nueva experiencia que aumentará sus conocimientos y que llenará de importantes momentos su existencia.
Ynmaculada Cruz Hierro
ynmaculada.cruz@listindiario.com
Santo Domingo
Por eso después de trabajar por más de 10 años en los medios de comunicación, ser dueña de su propio programa de radio (Omelet Radio) y llevar a la pantalla programas de temporadas, hacer un segmento para “El Show del Mediodía”, los viernes, no es más que disfrutar de su trabajo y tener la conciencia y la responsabilidad de velar por sus seres queridos.
Ivana llegó a República Dominicana con apenas 13 años, junto a su madre, y su hermano de 17 años. “A esa corta edad descubres que la vida es impredecible, que no tienes nada porque cuando suena la sirena y tienes que correr a esconderte porque una bomba va cayendo al lado tuyo, y entiendes que lo único que tienes es el que está al lado tuyo, los vecinos, tu familia, y escondida en un refugio, entonces, ves que las personas que están ahí es lo único real que tienes en ese momento”, recuerda la joven que hoy tiene 31 años.
Al país arribó como refugiada, alentada por otros compatriotas que también habían llegado corriendo del conflicto. Con su familia vivió en el Mirador Norte de la capital.
Recuerda que fueron momentos de grandes penurias, desde pasar hambre hasta dormir en cartones.
“El hambre es lo que me ha movido desde que llegué a este país. Yo sé lo que es dormir en el suelo y lo que es no tener para comprar un pan, pero también disfrutamos de la solidaridad de nuestros vecinos dominicanos que te lleven un plato de comida porque tú no tienes nada para comer, son de las cosas maravillosas que me han pasado en este país”, cuenta Ivana con brillo en los ojos.