Diez días atrás se cumplieron los 50 años del casamiento entre Paul McCartney y Linda Eastman, una de las parejas más duraderas y estables de mundo del rock.
Paul, en ese tiempo, era el soltero más codiciado del mundo. Y no hay exageración alguna en la afirmación. Un Beatle, el Beatle de las canciones románticas, el que en los últimos tiempos estaba a cargo, era el candidato soñado para casi todas las chicas del mundo.
Jóvenes, todos atravesando su segunda década de vida, los cuatro se casaron prematuramente. Súper estrellas, codiciados por las mujeres, sin horarios rígidos, con las tentaciones al alcance de la mano. Sin embargo, la alienación era tan grande, la presión tan inmanejable, la fama inusitada ponía todo fuera de escala humana(John Lennon tenía razón cuando afirmó que eran más famosos que Jesucristo), que los cuatro Beatles se casaron muy jóvenes.
Se refugiaron en sus esposas, en intentar mantener una vida familiar para volver a tomar contacto con la realidad. Paul fue el último en abandonar la soltería. Una semana después, John concretaría su segundo matrimonio, esta vez con Yoko Ono.Paul había estado de novio durante el ascenso y apogeo de los Beatles con Jane Asher, una actriz británica. Asher dio por terminado el noviazgo tras una de las tantas infidelidades del músico.
Linda Eastman era una joven aficionada a la fotografía que trabajaba como recepcionista en la revista Town and Country. Después de mucho insistir consiguió que sus jefes le enviaran a cubrir una fiesta que los Rolling Stones daban en un yate.