Desde que el Gobierno dominicano inició las medidas de restricciones para evitar la propagación del COVID-19 han pasado casi once meses y en ese tiempo hay una serie de actividades que nunca han podido operar, ni entrar en las “flexibilizaciones” dispuestas.
Entre ellas están los cines, los teatros, las discotecas, y los espacios en los que se realizan conciertos para multitudes.
Tampoco se ha abierto espacio para los deportes con asistencia de público. En el caso del recién finalizado torneo invernal de pelota, varias veces se permitió la entrada de algunos invitados. Pero se trató de un número muy mínimo, casí insignificante. Tampoco han estado en operación plena los car wash o lavaderos de autos que tienen como complemento terrazas para la recreación, baile y consumo de alcohol.
Los denominados “colmadones”, si bien se ha visto a algunos repletos de personas en distintos puntos del país, y sin respeto de las medidas de distanciamiento físico y uso de mascarillas, lo han hecho al margen de las normas dictadas. Lo propio ha ocurrido con las bodas. Se han realizado varias, que han reunido a grandes grupos de invitados, sin que el país haya dado “paso abierto” a ese tipo de eventos. A las galleras tampoco se les ha dado el “bueno y válido” para funcionar. Eso no ha logrado evitar que algunas hayan tenido que ser intervenidas por las autoridades, por actuar “contra ley.”
Las restricciones y medidas de confinamiento se establecieron en República Dominicana a mediados de marzo de 2020, cuando el gobierno que encabezaba Danilo Medina dispuso el cierre por aire, tierra y mar. Luego, a partir del 20 de mayo, se dispuso una desescalada o apertura paulatina, que contenía cuatro fases. En la primera se permitió operar parcialmente a las empresas según su tamaño y número de empleados. El total de los reincorporados representó el 3.8% de los que hasta ese momento estaban suspendidos de sus puestos de trabajo.
La segunda fase inició el 3 de junio. Incorporó actividades que no estuvieron en la primera, como los comercios que funcionan en centros comerciales (plazas), el transporte colectivo privado de pasajeros y las empresas de juegos de azar, menos los casinos.
La etapa dos estableció que en las microempresas podría trabajar el 100% de su personal y las pequeñas empresas podrían incorporar hasta el 75% de su personal, mientras que las empresas grandes y medianas podían operar con hasta el 50%.
Entre la primera fase, la segunda y las demás había 14 días de diferencia, hasta recobrar la normalidad en la actividad económica y productiva.