Iba saltando sobre troncos, deslizándose bajo árboles caídos, sorteando caminos del barro espeso que llega hasta la cintura, en una travesía de tres horas a pie hasta el pueblo. Llevaba sólo $2 en el bolsillo para comprar papel higiénico.
Edgardo Matías sobrevive en Guaonico, uno de los nueve barrios incomunicados en el municipio de Utuado, a una semana de que el huracán María golpeara a Puerto Rico con vientos sostenidos de 155 millas por hora. Sin servicio de agua potable y sin accesos para ir en carro a buscar alimentos, su familia recoge agua de manantial y anda por el monte en busca de viandas, naranjas y coco para sobrevivir. A estos lares no ha llegado todavía la ayuda del gobierno local, federal ni municipal.
Mientras en San Juan se habla de la inminencia de una crisis humanitaria, para él, su esposa y dos hijos, ésta ya ha comenzado. “Estamos racionando la comida, comiendo una vez al día, pidiéndole clemencia a dios”, dice.
No hay alimentos para mucho tiempo. Los vientos y las inundaciones del huracán dañaron el 80 por ciento de las cosechas del país, informó el Departamento de Agricultura. En su barrio, una finca que antes rebosaba de plátanos ahora está destruida.