Por Miguel Angel Herrera
A raíz de las más recientes entregas de premios a nivel internacional, hemos visto como la presencia dominicana en dichos eventos es cada vez menor.
Muchas de esas premiaciones incluyen en un mismo saco la bachata, el merengue y la salsa en un reglon denominado “Tropical Latin”, que no es más que un relleno que en cada entrega se demuestra por donde van esos géneros.
Demás está decir que la bachata es el único exponente que se mantiene vivo y con posibilidades de extender aún más su popularidad.
De la salsa y el merengue no se puede decir lo mismo.
Si pasamos revista, encontramos que el merengue bien realizado empieza a ser pieza de museo.
El viejo truco de que tal o cual merengue aparece en Billboard’s, ya no es noticia ni para el mismo grupo.
Escuché recientemente en una conversación de amigos, sobre las posibilidades de que una bachata se alce en una promoción con todos los galardones que se otorgan, es decir composición, arreglo, video, interpretación etc.
Esa sería la mejor noticia que recibiéramos.
Sin embargo como dice el refrán, del dicho al hecho hay mucho trecho.
A mi particularmente me guastaría ver en un escenario de esa naturaleza a u Anthony Santo, Frank Reyes, Zacarías Ferreiras o a cualquier otro de los exponente del genero.
Lamentablemente para que eso sea posible, hay que cumplir con “escalafones” que difícilmente y sin recursos no se puede llegar.
Basta con señalar la presencia de Daddy Yankee en las premiaciones.
La sola presencia de este joven es ya un espectáculo. Luces, bailarines, efectos y todos los elementos inimaginables se utilizan en presentar un tema que en la mayoría de las veces no dura cinco minutos.
¿Están los artistas dominicanos lo suficientemente apoyados por sus disqueras para lograr que esto sea una realidad?
¿Están los artistas al tanto de cuánto cuesta un montaje de esa naturaleza?
¿Y se imaginan cuanto será el retorno en términos económicos con el simple hecho de subir a un escenario con esos recursos?
Evidentemente que eso por el momento no será factible.
Salvo el caso del desaparecido grupo AVENTURA que con el apoyo de su disquera llevó y aún lleva la bachata a todos los confines del globo, con presentaciones desde Viñas de Mar en Chile hasta los países de Europa que no se imaginan que existe el ritmo ni mucho menos de su procedencia.
Es innegable que principalmente los bachateros saben perfectamente lo que significaría ese hecho, pero ninguno recibe un apoyo en términos económicos para realizarlo.
En el merengue es poco lo que hay que decir. Johnny Ventura viejo recientemente a uno de esos países, donde los jeques y príncipes se bañan con oro liquido y no se inmutan en gastar más dinero por obtener un vaso de agua, que por un barril de petróleo.
No hay que soñar despierto ni enviar notas de prensa a través de agencias que les cobran miles de dólares sin ver los resultados.
La industria de la música ya tiene otros códigos. Ya pasó el tiempo en que los artistas mismos viajaban por los pueblos llevando personalmente su “última producción” a las estaciones de radio.
El tiempo de la llevada y traída frase de que “hay que apoyar el talento nacional”, sueno como los viejos sainetes de la literatura.
Y lo más grande del caso, es que los artistas lo saben, pero prefieren realizar largas giras en el extranjero, donde se gana muy buen dinero y vienen al país a ponerlo en depósitos a plazo fijo en los bancos, a comprar un carro lujoso para deslumbrar o a comprar una finca con vacas lecheras.
Esa es la realidad, no soñemos con ver la bachata en escenarios de esa naturaleza, porque como la vaca, sólo se le saca dinero sin nada que invertir.