El ex represor era uno de los máximos jerarcas de la dictadura militar que derrocó al gobierno de la viuda de Juan Perón en 1976. Falleció a los 85 años a causa de un ACV hemorrágico, tras una larga agonía.
Inconsciente, despojado de su rango militar y condenado a reclusión perpetua, el llamado "Almirante Cero" falleció en Buenos Aires en un hospital. Se encontraba bajo arresto residencial por su avanzada edad tras haber sido acosado por pedidos de captura desde España, Italia y Francia. Postrado en una cama por una convulsión cerebral desde el 2002, fue posteriormente declarado mentalmente incompetente para responder a las acusaciones de desaparición de personas, robo de bebés y apropiación de bienes que le había formulado la justicia.
Antes, había disfrutado de un indulto presidencial otorgado en 1990 que le permitió escapar de la sentencia de por vida que le habían dictado un lustro atrás. Pero en 1998 volvió a ser detenido por la apropiación de recién nacidos, un crimen imprescriptible y excluido del indulto.
Como jefe de la Armada integró la primera de las tres tríadas de facto que rigieron a Argentina durante siete años, y que el 24 de marzo de 1976 desataron una masacre desde la maquinaria del Estado que cobró la vida de unas 30 mil personas, muchas de las cuales ni siquiera tenían actividad política.
Massera fue el dueño de la vida y de la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), un predio de jardines arbolados en un barrio acomodado de Buenos Aires donde militares torturaron a unas 5 mil personas antes de arrojar muchas de ellas sedadas al río de la Plata. La ESMA, hoy convertida en museo, aún alberga las camillas de metal donde dormían los secuestrados que eran atormentados con descargas de electricidad mientras, a pocos metros, la vida de sus compatriotas continuaba en una elegante avenida.
"Es posible que los argentinos tengan algún matiz autodestructivo", dijo en 1981 durante una entrevista, cuando ya había dejado la Junta militar y preparaba lo que finalmente fue una reconversión fallida en político de la democracia. Massera negó la existencia de un plan sistemático para ejercer el terror desde el Estado durante la dictadura, respetando a rajatabla el pacto de silencio de los militares.
"Nadie tiene que defenderse por haber ganado una guerra justa, y la guerra contra el terrorismo subversivo fue una guerra justa", dijo en ocasión de ser juzgado. Pero en una entrevista realizada posteriormente fue más lejos. "A un terrorista no se lo podía interrogar como a un niño, ¿no?", se preguntó quien fuera jefe de Alfredo Astiz, un marino acusado de participar en el asesinato de monjas francesas apodado "El Angel Rubio".