Por José Tejada Gómez
|
JOSE TEJADA GOMEZ |
El nombre Premios Casandra concluye un ciclo,
Acroarte que pudo haber hecho valer su derecho sobre el nombre no lo usará más,
pero tampoco otras personas o entidades, ni siquiera los familiares de Casandra
Damirón, podrán hacer uso del mismo.
Por un cruce de intereses económicos, mas que
artístico y de producción, el nombre Premios Casandra desaparece del mercado, y
con ello La Soberana pierde un estandarte de ponderación y valoración eterna de
su obra artística.
Pero la sepultura del nombre Premios Casandra
no es enteramente responsabilidad de Acroarte, sino de los familiares de ésta.
Lo que ha hecho Acroarte es desistir del uso del mismo, convencidos sus miembros
que no es elegante insistir reconocer a alguien fallecido cuyos familiares
vivos no quieren.
Acroarte podría demostrar en el plano
judicial su derecho sobre el nombre Premios Casandra, pero de todo modo ello no
detendría las quejas y objeciones de los hijos de La Soberana. Eso daría pies a
posibles ofensas publicas que no merece Acroarte y menos los hijos de Casandra
Damirón. Lo ideal y apropiado, entonces, fue hacer lo que se hizo en la
asamblea del 7 de agosto del 2012 , desistir de usar el nombre, aunque ello no
indica que se haya renunciado a la propiedad del mismo.
El resultado es lamentable,
Generaciones de jóvenes supieron de la existencia de Casandra Damirón que por
28 años exaltaba su nombre. Tal fue la dimensión alcanzada, La Soberama adquirió
una proyección emblemática para los dominicanos. Como un artista nunca se
sepulta, el retiro del nombre no es una sepultura de la Soberana, su obra
siempre resplandecerá, pero no brillará igual. Lo veremos en el futuro.
¿Qué hubiese ocurrido con la proyección si 28
años atrás no surge Acroarte y pone el nombre de ella como estandarte del
premio? Probablemente su figura hubiese quedado opacada como la de otras tantas
figuras del arte que no tuvieron la misma suerte de ella.
¿Ha sido atinada la decisión de los hijos de
la artista en solicitar 28 años después que Acroarte descontinúe de usar el
nombre? En mi lógica esa ha sido una decisión errónea, que partió de
motivaciones económicas más que artísticas, inyectada por impulsos emotivos y
temperamentales, que al fin al cabo afectará más a una gloria del arte que a
quienes en vida se atribuyen con justo derecho la potestad de actuar en su
nombre
Entre el pasado y
el futuro.
Cerrado ese siglo corresponde entonces a
Acroarte aprender la lección, mirar hacia el futuro con un sentido más
institucional y formal. Por esa falta rigor institucional, por inexperiencia
muchas veces, Acroarte que con entusiasmo puso nombre de Casandra Damirón, a lo
que se llamó “Premios Casandra” fue perdiendo el control del mismo.
El primer error fue dejar a versiones
sueltas, no verificada, de directivos que gestaron esa entidad que el nombre
habría sido registrado. Que tal o cual ex presidente tenían en su poder el
registro “Premios Casandra”, hasta que un día se sorprende a Acroarte que
Cervecería Nacional Dominicana lo había registrado en su nombre. La empresa
actuó de esa manera por el temor de que a una premiación, a la que habría
aportado tanto para colocarla en el sitial que estaba, Acroarte optara por
buscar otro patrocinador, como le había ocurrido con otros importantes eventos.
Al impasse por el nombre con la casa
patrocinadora se llegó a una salida salomónica de viabilizar un registro en el
que se contemplara la cotitularidad y que ha estado rigiendo en los últimos 10
años. Pero en ese proceso Acroarte perdió la mitad del derecho de propiedad,
aunque si consolidó la confianza de Cervecería Nacional Dominicana en invertir
en su producción.
El otro elemento, como lección aprendida, por
lo que acaba de ocurrir, es haberle puesto el nombre de una persona a la
premiación. Lo que pasó pasó, dice la canción, pero esa lección debe ser un
referente para determinar el nuevo nombre del premio, pues no hay por qué dudar
que de ser elegido de nuevo el nombre de otra persona, en el futuro ocurra
igual que hoy, que aparezcan familiares que objeten con la más simple excusa,
que se use ese nombre en la premiación.
La otra lección es si Acroarte va a seguir
siendo la propulsora de una premiación de cuyo nombre no sea la propietaria.
Elegir el nombre y retener el derecho de su propiedad es el gran desafío de
Acroarte, y de paso, garantizar al patrocinador que no sería víctima de una
travesura de futuras directivas.
En el seno de Acroarte hay la suficiente
experiencia y madurez para lidiar con esta encrucijada. Inteligencia y tacto
deben combinarse para salir de la misma fortalecido, pues renunciar al uso de
nombre Premios Casandra, por los reclamos de los familiares, para entrar en el
uso de uno nuevo del cual tampoco sea propietaria ni tenga soberano derechos,
no sería una excelente decisión ni representaría ventaja alguna de cara al
futuro de ese importante galardón.
Los mismos negociadores de parte de la
Cervecería Nacional Dominicana habrán de entender este detalle, si es su
intención que Acroarte sea vista como una institución y no como un grupo de
cronistas indirectamente contratados para que seleccionen a los artistas que la
empresa reconocería en su premio.
Fortalecer la institucionalidad Acroarte es
tarea de sus miembros, pero también de buenos aliados, como lo ha sido la
Cervecería Nacional Dominicana durante 25 años, que ha hecho lo correcto en
este momento, que es ponerse del lado de la razón, que está donde esta
Acroarte.
*El autor fue presidente de Acroarte en dos ocasiones