Había nacido en Costa Rica en 1919, pero se naturalizó mexicana en su adolescencia. Desde el 31 de julio, estaba en terapia intensiva en Cuernavaca debido a una bronconeumonía
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La cantante mexicana de origen costarricense Chavela Vargas, de 93 años, internada desde la semana pasada en un hospital de Cuernavaca, falleció este domingo debido a un paro respiratorio después de que esta mañana se agravó su estado de salud.
"Silencio, silencio: a partir de hoy las amarguras volverán a ser amargas (...) se ha ido la gran dama Chavela Vargas", decía la cuenta oficial de la cantante en Twitter.
"Ella estuvo muy consciente hasta el último momento y expresó buenos deseos para que México, que está muy convulsionado, mejore y dijo que se lleva los mejores recuerdos y los aplausos de su público", explicó su médico.
La artista había regresado la semana pasada de un viaje a España, donde presentó su disco "La Luna Grande", dedicado al poeta español Federico García Lorca. Desde el 31 de julio, Vargas estaba en terapia intensiva debido a una bronconeumonía.
La cantante, cuyo nombre real es Isabel Vargas Lizano, nació en San Joaquín Flores, Costa Rica el 17 de abril de 1919. A la edad de 17 años se trasladó a México para perseguir sus sueños de triunfar en la música ranchera y en seguida adoptó la nacionalidad mexicana. Su carrera profesional despegó de la mano del compositor José Alfredo Jiménez.
Se hizo célebre por su particular voz, que inmortalizó clásicos como "Un mundo raro", "La Llorona" y "Paloma Negra".
También transcendió por su agitada vida personal, que incluyó amistades
con grandes figuras de la cultura mexicana y problemas con el alcohol.
Vargas
era además una de las últimas celebridades vivas que tuvo el privilegio
de compartir y tener en su lista de amistades más cercanas a algunos de
los máximos exponentes artísticos mexicanos como Frida Kahlo, Diego Rivera, José Alfredo Jiménez, Agustín Lara y Carlos Monsiváis, entre otros.
Debido a su talento y trayectoria musical, con más de 80 discos, ‘La Chamana’ recibió múltiples reconocimientos como la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica y un Grammy Latino.
La artista antes de fallecer les dijo a a sus familiares que "la muerte no existe, sino que se trata de una trascendencia espiritual". Además les solicitó que no hicieran nada para alargarle la vida artificialmente.
En su último encuentro con la prensa en su casa, Vargas se mostró convencida de que su muerte iba a ser dulce. "Así soy yo. Voy a detener mis pasos una mañana temprano, o un atardecer, como quiera, no me cuesta", dijo. Hizo una petición, que la despidan con esa canción popular que tantas veces cantó e inmortalizó: "Tápame con tu rebozo, Llorona, porque me muero de frío".