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martes, 8 de diciembre de 2015

El cáncer está cediendo....


Sí, el representado por la corrupción al que se refirió el embajador de EEUU en nuestro país, James Brewster, en el pasado almuerzo de Acción de Gracias de la Cámara Americana de Comercio.
Quienes se sintieron incómodos con ese señalamiento deben entender que vivimos en un mundo globalizado, y que el representante en el país de nuestro principal socio comercial, tiene derecho a llamar la atención sobre aquellas áreas que puedan afectar las relaciones entre socios en el comercio y la inversión.

Los señalamientos del embajador en nada difieren de los que emiten el BID, el Banco Mundial, el FMI, la ONU, la CEPAL, el PNUD, el Foro Económico Mundial, Transparencia Internacional, Latinobarómetro y las agencias calificadoras de riesgo, cuando resaltan algunas de nuestras debilidades en el ámbito económico, social e institucional y nos exhortan a implementar acciones para enfrentarlas.

De nada sirve que cada vez que nos llamen la atención sobre algo, reaccionemos como niños malcriados o jóvenes inmaduros. Lo correcto es tomar nota y evaluar si las medidas que estamos tomando están enfrentando adecuadamente el problema.

Brewster tiene razón cuando nos dice que la corrupción es una práctica dañina, que opera como un impuesto adicional que en vez de ir a las cuentas del Tesoro, va a los bolsillos de particulares en tránsito por la administración pública. Un robo a la sociedad que frena el desarrollo al desviar recursos que el Estado pudo haber invertido en mejorar las condiciones de vida de la gente y la competitividad de la nación.

Quizás, lo que faltó decir al embajador, es que el cáncer comenzó a retroceder hace tres años con la adopción de un conjunto de medidas adoptadas por la administración del presidente Danilo Medina. Son esas acciones las que explican la mejora que se observa en los indicadores sobre la materia que elaboran Transparencia Internacional, el Foro Económico Mundial, Latinobarómetro y la Asociación Presupuestaria Internacional.

Mientras en el 2011, Transparencia Internacional nos colocaba en la posición 129 dentro del ranking de los países para los cuales evaluó la percepción de la corrupción, en el 2014, registramos una mejora de 14 peldaños, al movernos a la posición 115. Una tendencia similar se observa en la desviación de recursos públicos debido a la corrupción que estima el Foro Económico Mundial a través de Encuestas de Opinión a Ejecutivos. En ese indicador, la mejora ha sido de 8 escalafones.

Latinobarómetro, por su parte, indica que República Dominicana ha sido el país de la región, después de Ecuador y Uruguay, que mayor progreso ha logrado para reducir la corrupción en el período 2014-2015. Más importante aún es que cuando contrastamos el progreso en esa materia con el del período 2004-2010, Latinobarómetro indica que en la actualidad el progreso es prácticamente el doble, 23 contra 45.

En el ámbito de la transparencia de las políticas gubernamentales, el Foro Económico Mundial indica que mientras en el 2007 República Dominicana aparecía en la posición 91, este año hemos sido colocado en la 62, para una mejora de 29 peldaños. Este resultado es compatible con el ranking de percepción de transparencia en el Gobierno que recientemente publicó Latinobarómetro. La República Dominicana aparece en el tercer lugar de la región, debajo únicamente de Uruguay y Ecuador, y encima de Chile, Panamá, Costa Rica, México, Perú y Colombia.

Llama la atención también la opinión de la Asociación Presupuestaria Internacional sobre el notable progreso en materia de apertura y transparencia presupuestaria que ha exhibido República Dominicana. Mientras en el 2008 el Índice de Presupuesto Abierto que nos asignaban era de sólo 12, este año recibimos una calificación de 51, muy cercana a las asignadas a Chile, Colombia, Costa Rica y El Salvador.

Lo anterior no quiere decir que la corrupción ha dejado de ser un problema en el país. No. Sigue siendo un problema serio, muy serio. Y debemos hacer todo lo que sea posible para seguir reduciéndolo.

La corrupción debe ser atacada en todas sus manifestaciones, no sólo en su mutación pública, sino también en su dimensión privada. Así como la corrupción pública limita la capacidad del Estado para atender sus responsabilidades, lo mismo sucede con la evasión de impuestos, el contrabando en las aduanas, el trasiego de combustibles exonerados, la compra de sentencias para beneficiar acciones ilícitas, la piratería y, claro, los fraudes bancarios.

A la República Dominicana debería reconocérsele haber actuado con firmeza y responsabilidad frente a uno de los fraudes bancarios más importantes de la historia, un fraude que costó al Estado dominicano más del 20% del PIB.

Mientras aquí los banqueros que incurrieron en fraude fueron sometidos a la justicia y llevados a la cárcel, en Estados Unidos, la banda conformada Dick “The Gorilla” Fuld, Jimmy Cayne, Angelo Mozilo, John Thain y Stan O’Neal, que originó la crisis financiera mundial del 2008, fue simplemente tildada de incompetente y “risk lover”. Quizás nuestro embajador en Washington, algún día, tenga el valor de llamar la atención a la sociedad norteamericana sobre esta -igualmente perversa- modalidad de corrupción. ¿O acaso no somos socios? 
Sí, el representado por la corrupción al que se refirió el embajador de EEUU en nuestro país, James Brewster, en el pasado almuerzo de Acción de Gracias de la Cámara Americana de Comercio.

Quienes se sintieron incómodos con ese señalamiento deben entender que vivimos en un mundo globalizado, y que el representante en el país de nuestro principal socio comercial, tiene derecho a llamar la atención sobre aquellas áreas que puedan afectar las relaciones entre socios en el comercio y la inversión.

Los señalamientos del embajador en nada difieren de los que emiten el BID, el Banco Mundial, el FMI, la ONU, la CEPAL, el PNUD, el Foro Económico Mundial, Transparencia Internacional, Latinobarómetro y las agencias calificadoras de riesgo, cuando resaltan algunas de nuestras debilidades en el ámbito económico, social e institucional y nos exhortan a implementar acciones para enfrentarlas.

De nada sirve que cada vez que nos llamen la atención sobre algo, reaccionemos como niños malcriados o jóvenes inmaduros. Lo correcto es tomar nota y evaluar si las medidas que estamos tomando están enfrentando adecuadamente el problema.

Brewster tiene razón cuando nos dice que la corrupción es una práctica dañina, que opera como un impuesto adicional que en vez de ir a las cuentas del Tesoro, va a los bolsillos de particulares en tránsito por la administración pública. Un robo a la sociedad que frena el desarrollo al desviar recursos que el Estado pudo haber invertido en mejorar las condiciones de vida de la gente y la competitividad de la nación.

Quizás, lo que faltó decir al embajador, es que el cáncer comenzó a retroceder hace tres años con la adopción de un conjunto de medidas adoptadas por la administración del presidente Danilo Medina. Son esas acciones las que explican la mejora que se observa en los indicadores sobre la materia que elaboran Transparencia Internacional, el Foro Económico Mundial, Latinobarómetro y la Asociación Presupuestaria Internacional.

Mientras en el 2011, Transparencia Internacional nos colocaba en la posición 129 dentro del ranking de los países para los cuales evaluó la percepción de la corrupción, en el 2014, registramos una mejora de 14 peldaños, al movernos a la posición 115. Una tendencia similar se observa en la desviación de recursos públicos debido a la corrupción que estima el Foro Económico Mundial a través de Encuestas de Opinión a Ejecutivos. En ese indicador, la mejora ha sido de 8 escalafones.

Latinobarómetro, por su parte, indica que República Dominicana ha sido el país de la región, después de Ecuador y Uruguay, que mayor progreso ha logrado para reducir la corrupción en el período 2014-2015. Más importante aún es que cuando contrastamos el progreso en esa materia con el del período 2004-2010, Latinobarómetro indica que en la actualidad el progreso es prácticamente el doble, 23 contra 45.

En el ámbito de la transparencia de las políticas gubernamentales, el Foro Económico Mundial indica que mientras en el 2007 República Dominicana aparecía en la posición 91, este año hemos sido colocado en la 62, para una mejora de 29 peldaños. Este resultado es compatible con el ranking de percepción de transparencia en el Gobierno que recientemente publicó Latinobarómetro. La República Dominicana aparece en el tercer lugar de la región, debajo únicamente de Uruguay y Ecuador, y encima de Chile, Panamá, Costa Rica, México, Perú y Colombia.

Llama la atención también la opinión de la Asociación Presupuestaria Internacional sobre el notable progreso en materia de apertura y transparencia presupuestaria que ha exhibido República Dominicana. Mientras en el 2008 el Índice de Presupuesto Abierto que nos asignaban era de sólo 12, este año recibimos una calificación de 51, muy cercana a las asignadas a Chile, Colombia, Costa Rica y El Salvador.

Lo anterior no quiere decir que la corrupción ha dejado de ser un problema en el país. No. Sigue siendo un problema serio, muy serio. Y debemos hacer todo lo que sea posible para seguir reduciéndolo.

La corrupción debe ser atacada en todas sus manifestaciones, no sólo en su mutación pública, sino también en su dimensión privada. Así como la corrupción pública limita la capacidad del Estado para atender sus responsabilidades, lo mismo sucede con la evasión de impuestos, el contrabando en las aduanas, el trasiego de combustibles exonerados, la compra de sentencias para beneficiar acciones ilícitas, la piratería y, claro, los fraudes bancarios.

A la República Dominicana debería reconocérsele haber actuado con firmeza y responsabilidad frente a uno de los fraudes bancarios más importantes de la historia, un fraude que costó al Estado dominicano más del 20% del PIB.

Mientras aquí los banqueros que incurrieron en fraude fueron sometidos a la justicia y llevados a la cárcel, en Estados Unidos, la banda conformada Dick “The Gorilla” Fuld, Jimmy Cayne, Angelo Mozilo, John Thain y Stan O’Neal, que originó la crisis financiera mundial del 2008, fue simplemente tildada de incompetente y “risk lover”. Quizás nuestro embajador en Washington, algún día, tenga el valor de llamar la atención a la sociedad norteamericana sobre esta -igualmente perversa- modalidad de corrupción. ¿O acaso no somos socios?  - See more at: http://www.elcaribe.com.do/2015/12/08/cancer-esta-cediendo#sthash.iiKxHlBk.dpuf