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martes, 1 de marzo de 2011

Raza de víboras


"Raza de víboras", estas fueron las palabras con que Cristo, el mismo que recomienda amar a nuestros enemigos, llamaba a sus compatriotas judíos los fariseos.

El amar a nuestros enemigos no necesariamente significa compartir y estar de acuerdo con ellos. No ponemos en duda que Cristo amase a los fariseos, pero no compartió con ellos y las frases que les dirigió sonaban más a desprecio que a un amor ciego y al estar de acuerdo con ellos.

El amor no puede ser ciego. Yo podré amar, cristianamente, al que asesinó a un amigo o encarceló a un hermano, podré amar, cristianamente, o al menos no odiar, a los que han destruído a mi patria y la han esclavizado, pero de ahí a tener un contubernio con tanta maldad, un gran abismo me separa; porque el amor clama justicia y castigo ante tanto crimen. Lo contrario sería traición y cobardía ante el cadáver de mi amigo y los cadáveres de los mártires de la Patria.

Cristo habló con muchos: con aquel soldado romano que le pidió por su siervo, con Pilatos tuvo un diálogo y a Caifás le respondió sus preguntas. A Herodes, el cuatrero, vende patria, asesino, traidor, genocida, adúltero y reyecito por voluntad del poderoso Imperio Romano, a ése ni le habló y ni tan siquiera alzó Su cabeza para mirarlo.

¡Cuál no sería el desprecio y repugnancia que sentiría Cristo, hacia aquél personaje de su misma raza judía!.

A Judas, el traidor, uno de los 12 Apóstoles, Cristo lo amó tanto que sus palabras hacia él fueron: "mejor le hubiese valido el no haber nacido"

Cual no sería el amor de Cristo hacia sus enemigos, que en Jerusalen, al ver lo que sus compatriotas habían hecho del Templo de su Padre, que con aquel coraje de hombre digno, a latigazo limpio echó del templo a los mercaderes que habían convertido un "lugar de oración en una cueva de ladrones".

En la comunicación, más la de la faranduleria actual, existe una nueva clase de mercaderes que han convertido la "profesion periodistica " en una "cueva de ladrones".

Cuando paso revista a mi memoria, veo repetirse la traición, el abandono y el oportunismo, lo vi cuando el caso Felix Cabrera abandonado por sus seudos y falsos amigos cuando los necesitó, ahora estoy viviendo algo similar con el mismo grupo, los mismos que se favorecieron del paseo en el barco de Miami con el dinero de Franklyn Romero a quien no conozco y se le ha olvidado que a muchos de ellos le pagó todo cuanto necesitaron y le tendió la mano económica cuantas veces le llamaron, ahora le meten una espada tal cual sucedio con Longino y Jesús, pero si mañana este hombre es puesto en libertad, se ufanarán diciendo estuve a tu lado y te denfendí.

Ah! los traidores?, pero de estos esta llena la historia. La palabra traidor es tan repulsiva que ofende su percepción hasta al oído. Sólo oírla da escalofríos. Algunos psicólogos franceses y alemanes coinciden, haciendo sicoanálisis de la conciencia de los traidores, que según ellos no son traidores. Que ellos, son los traicionados. ¡Habráse visto descaro más grande!

En la antigüedad, Sansón, traicionado por Dalila. En Grecia el traidor Efialtes señaló a los persas otro desfiladero, flanqueando el Paso de las Termópilas, donde murió Leonidas junto a 300 espartanos y 700 tebanos voluntarios, para no sacrificar el Ejército, pues no debían retroceder. Bruto, el hijo adoptivo de Julio César, quien en conjura con senadores inconformes por no recibir más favores, lo traicionó y asesinó, logrando (César) decirle antes a los pies de la estatua de Pompeyo: “Tu también hijo mío”.

En Francia, figuran Talleyrand, el obispo renegado, y Fouché, el seminarista regicida, dos zorros que sabiendo que eran traidores consumados los nombraban ministro, porque los necesitaban, pues eran genios de la alta política, no mediocres politiqueros. Traicionaron a Robespierre, en la Convención, a Barras, en el Directorio, a Napoleón en el Consulado, y el Imperio, a los reyes de la remuneración que propiciaron Luis XVIII y Carlos X, a quienes postrados les besaron las manos.

Conociendoles ya, no nos resta más que llamarles, como Cristo llamó a los fariseos de su época: ¡RAZA DE VIBORAS!

de martilloyclavo.com