El gobierno debe valorar con mucho cuidado la ola de protestas sociales de las últimas semanas y los organizadores de esas jornadas deben actuar con un gran sentido de ecuanimidad y responsabilidad para evitar alteración de la paz social
La dinámica social establece como un axioma que cada vez que un gobierno se instala se le da un breve período de tregua y luego viene un proceso ascendente de protestas populares donde los diversos actores de la sociedad y las comunidades exigen reivindicaciones. Ese proceso conlleva desde simples llamados al gobierno por los medios de comunicación hasta jornadas huelgarias con su secuela de detenidos, heridos y hasta víctimas lamentables. Los gobiernos del PLD han vivido esa realidad de manera permanente pues todo el mundo está consciente de que detrás de esa protestas hay organizaciones opositoras que aprovechan estos movimientos para desarrollar su legítimo derecho a cuestionar las políticas oficiales y con ello desprestigiar al partido gobernante, sobretodo teniendo en cuenta que tenemos muy cerca las elecciones congresuales y municipales.
Este proceso de protestas y movilizaciones que han vivido todos los gobiernos en los últimos años, generalmente están orientados y dirigidos por sectores sociales vinculados a organizaciones de izquierda o sectores de la sociedad que han asumido como su papel político esa forma de actuar. Sus limitaciones electorales y su casi total desvinculación de la dinámica política cotidiana les lleva a tomar el “protagonismo reivindicativo” como su tarea principal. En el caso de partidos importantes, como el caso del PRD, apoyan y estimulan esas jornadas como una forma de mostrar su papel opositor y de acumular apoyo en los sectores sociales que son históricamente afectados por la desatención de los diversos gobiernos, incluidos los propios del PRD.
Ante esta realidad cotidiana de la vida política, el gobierno debe saber actuar con inteligencia y sentido pragmático. No puede simplemente acusar al PRD de ser el responsable de estos movimientos de protesta, ni mucho menos actuar de manera indiferente ante los mismos. Esto, a final de cuentas, lo que hace es darle vigencia y dimensión a las protestas. El gobierno debe valorar con inteligencia estas jornadas y en cada localidad o sector social específico dar la cara de manera directa designando comisiones de funcionarios y personalidades sociales para que canalicen las demandas y, sobretodo, puedan hacer entrar en razón a los que protestan ante la realidad que vive el país con la crisis mundial que nos afecta. En ese orden es necesario destacar el gran papel que ha jugado el Secretario de Obras Públicas, Ingeniero Víctor Díaz Rúa, dando la cara y aportando las soluciones posibles a las protestas de las diversas comunidades.
En el caso de los organizadores de las protestas sociales, su actuación debe estar llena de ecuanimidad y responsabilidad social. De lo que se trata no es de protestar por protestar, sino de buscar objetivos claros pero lógicos y posibles. Y de evitar que la nación dominicana pueda caer en una situación de caos porque en el fondo perdemos todos, incluidos ellos mismos. En ese orden quiero llamar la atención a los organizadores de protestas pues se rumora que se prepara una acción después de Semana Santa parecida a la de abril de 1984, la cual dejó centenares de muertos y heridos. Ellos deben entender que vivimos otra realidad histórica y que la forma de actuar debe ser diferente y novedosa. Mucho cuidado con eso porque con una acción de esa naturaleza perdemos todos: el gobierno, los organizadores y la nación.
Euri Cabral
Es Comunicador y Economista
euricabral07@gmail.com
